DEJARSE LLEVAR POR LOS CANTOS DE SIRENA. LA RESACA
Una vieja conocida que tenía olvidada, hasta que esta mañana, ha venido a despertarme con dos mazas de encofrador, dándome en las sienes como a un cajón que no cierra o como un ciego a un interruptor. Estaba escondida en una garrafilla de vermú casero que me regalaron prometiéndome que era suavillo…
Que sería de alguno de nosotros sin ella que a pesar de sacudirnos una y otra vez como los flecos de la moto de un hippie, seguimos cayendo en su regazo igualito que los mujos de puerto que abren la boca sin preguntar a todo lo que caiga en el agua… o en la copa.
Hay tantos remedios como tipos de resacas a cual más inútil. Hay también verdaderos eruditos sobre el tema que exponen sus teorías en la barra del bar o en tu ojera, con tu hombro como atril a golpecitos de manilla muerta, para explicarte, los secretos de su fórmula infalible contra la resaca. La misma fórmula que a la mañana siguiente desechas en pos de un ibuprofeno, una cama a oscuras donde esconderte como una cucaracha y agua, pero a traguito corto, sorteando las náuseas con habilidad de faquir.
-“Hay que beber agua entre tragos”. Toda la noche en la cola del baño, tiene sentido, oveja de bala bocado que pierde, a menos que te lleves la copa contigo, como un asqueroso, claro.
-“Una cucharada de aceite, antes de salir de copas”. Ojo que te vas de vareta.
-“Nunca mezclar bebidas”, entonces o bebo whisky con las tapas o toda la noche a base de vinaque.
-“Antes de acostarte, un ibuprofeno”. Hay que dar gracias si me despierto en la cama de una pieza, ¿ibupro…que?
-“Lo mejor es salir a hacer deporte para sudar el alcohol”. No, es mejor que te fulmine un rayo y dejar de sufrir.
-“Una cerveza nada más levantarte”. Para caerte muerto a continuación del asco. Eso, si no pones la cocina, pasillo y baño perdidos, con la media nevera que te jalaste antes de acostarte.
-“Una ducha fría”. Cuerpo cortado todo el día y resfriado con placas en la garganta y fiebre toda la semana.
-“Un zumo de tomate que te hidrata y tiene vitaminas”. Y acido, también tiene mucho ácido. El zumito se queda toda la mañana bailando en tu estómago como el platillo de un buscador de oro.
-“Una Coca-Cola bien fría”. Es mejor una patada fuerte en la boca del estómago, total para cómo se te va a quedar…
-“No hay nada como un buen desayuno continental”. Y una banda de cornetas tocando el “Quinto levanta…” Con el estómago de un colibrí, da gracias si puedes tomarte el ibuprofeno.
-“Yo no sé lo que es tener resaca”. Ni tú, ni Superman, ni Blancanieves, ni el Chupacabras…no te jode…
La entrada en escena de la resaca también es muy variada y caprichosa.
LA INSTANTÁNEA: Muy de chiringuito de bar, el calorcito, las sardinas, la pipirrana de pulpo, los pinchitos y la ensaladilla rusa, piden beber cerveza sin conocimiento. Después el sol y la indigestión hacen el resto, el final ya lo sabéis. Idas y venidas al agua en un vano intento de refrescar la olla exprés en la que nos hemos convertido. Sopor, mal cuerpo, la cabeza como un balón de Pilates, la barriga como un poni de feria y la boca como la de Lawrence de Arabia comiendo cortezas.
LA” INCRESCENTE”: Esta tiene miga. Te despiertas, abres los ojos con desdén, esperando que la espada de Damocles te parta por la mitad y… no pasa nada. Recoges del suelo las monedas, la batería y la carcasa del móvil y apagas todas las luces de la casa… y te sigues encontrando extrañamente bien. Cafelito prudente, te mueves como un mimo robando y te duchas… Montas el móvil, te vistes y llamas para quedar… ¡Estoy bien! Jajaja. Si, bien jodido, chaval.
Sales a la calle y a eso de las 12:00 aparece nuestra amiga. Primero un ligero escalofrío sin importancia, un ratito después, sudor frio, vas capeando el temporal como puedes, mientras siguen apareciendo en cascada cada una de las copitas que la noche anterior te tiraste a la cara, resultado: pijama y sofá con la luz tenue con más miedo que vergüenza.
LA RESACA EN BROTES: Esta viene con nosotros cuando vamos de vacaciones. Queremos verlo todo, visitar museos, hacer excursiones y vivir a tope nuestro tiempo libre. Se sale por la noche para conocer la ciudad y se prueban los brebajes típicos del lugar. La euforia y la ilusión nos despiertan para seguir conociendo la ciudad, pero… sin comerlo ni beberlo, en el free tour del Coliseo… ¡zas amarillazo! sudor frio y un tembleque soberbio con unas buenas nauseas, que con dos sorbitos de refresco y unos bocados al sándwich robado del bufet libre, desaparece. Por la tarde en la Fontana de Trevi de repente otra vez, no sabes si tirarte de cabeza a la fuente o al suelo a que te coman las palomas. Un café y un brioche por 30 euros y otra vez nuevo.
LA TEMBLORONA: Ésta es de semiprofesional. Días tontos que empiezan a mediodía con cañas, café, copas, cañas, copas y más copas… pero que como alumno aventajado se ha hecho la tarea. Normalmente en este tipo de resacas, el personaje de la historia, perro viejo, se ha retirado a tiempo y ha dormido lo suficiente como para que su hígado y sus riñones hicieran el trabajo sucio. Así al despertar, las secuelas han quedado limitadas a un tembleque de auténtico vinagre.
LA LOBOTOMIZADORA: Solo para profesionales. Más que una resaca es un estado. Solo se puede llegar a ella habiendo pasado por las otras repetidamente y en días consecutivos, lo que significa que la resaca se rinde y pasa de nosotros. No sabe ya qué hacerle a nuestro cuerpo a pesar de lo cual seguimos empinando el codo, así que, nos convierte en autómatas con la velocidad mental de un Espectrum de cinta, lo justo para ir a la barra y pedir la penúltima. Estados especiales que solo se consiguen en grandes ferias, romerías y cumpleaños encadenados, despedidas de soltero y fiestas de guardar.
Fuera de clasificación, no catalogada y prohibida por sanidad, existe una resaca vengativa, peligrosa y salvaje como el mismísimo lince que la observa desde la otra orilla, en El Parque Nacional de Doñana. Tan densa y letal como las nubes de mosquitos que cruzan el Guadalquivir para irse de feria por Sanlucar. Hablo… de la resaca de MANZANILLA.
Un fin de semana en su feria bebiendo manzanilla te garantiza una semana o más de coletazos cerebrales y alucinaciones, viajes astrales y una pesadez mental comparable a la de una «hartá» de tortillitas de camarones y papas aliñas. Solo unos pocos seguimos con ganas de repetir, la vieja guardia, corsarios, piratas y gente de mal vivir…
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