EL EMIGRANTE
Aunque soy un emigrante
jamás en la vida
yo podré olvidarte…
(Juanito Valderrama, El Emigrante…)
Cuando cierro los ojos y abro mi imaginación infantil, aún puedo ver aquella televisión forrada en imitación a madera con la pantalla abombada como la barriga de mi abuelo Domingo que sobresalía de entre sus tirantes, tensando una camiseta interior calada.
Encima de la televisión, el toro de Osborne y una bailaora con bata de cola…y en la repisa, una radio con una antena más larga que los inviernos en Alemania, con la que sintonizabamos las campanadas de la Puerta del Sol, en Radioespaña.
El retrete, estaba bajando las escaleras, en la entreplanta y mi padre instaló como pudo, un plato de ducha minúsculo en la cocina. Podías mover la tortilla y enjabonarte a la vez.
En el cole, el niño español, de vacaciones, el niño de Alemania y … ¿qué te gusta más, Alemania o España? Nunca entendía a los mayores y tampoco su percepción de las cosas ¿porqué les veían la cabeza cuadrada a los alemanes? Yo se las veía igual que la mia, pero con el pelo rubio…
El sentimiento de desarraigo, es difícil de entender si no lo has vivido y a mi me tocó observarlo como niño, viendo a tus mayores, con esa sensación de vacío por vivir un futuro mejor, pero viviendo peor, añorando el regreso triunfante, al lugar que se has hizo pasar canutas, para después volver y empezar de nuevo.
Años después, el destino quiso que me tocara a mi. Ahora la visión de un chaval de 23 años, jugando a ser adulto, iba a ser bien diferente… o no.
Las motivaciones que llevó a media España a emigrar en los ’60, no eran las mismas que las mías, claro está.
El hambre, yo la cambié por sed de aventuras, de experiencias y porqué no, de amores.
El romanticismo de mi vida transalpina, aún rezuma nostalgia y alegría, cada vez de recuerdo aquellos tiempos y entonces se preguntarán ¿Y porqué no te quedaste en Italia? Queridos míos, los italianos dicen:
«La Terra attira!»
Puedo decir sin complejos que conocí la «Dolce Vita» durante 15 meses de mi vida, viviendo la vida al máximo, sin preocupaciones ni remordimientos, disfrutando el momento sin dejar nada en el tintero, pero como decía el gran Juanito Valderrama: Auque soy un emigrante, jamás en la vida, yo podre olvidarte.
Aún recuerdo al volver en coche y sin saber que futuro me esperaba en España, cómo tuve que parar el coche, empapado en lágrimas, cuando vi al pasar la frontera, el cartel de España y en lo alto de un cerro, recibiéndome orgulloso, el toro de Osborne.
Como hijo de emigrantes, me siento orgullo de ser español y se me llena la boca diciéndole a los 4 vientos ¡Viva España! y me duele profundamente que asocien un ¡Viva España! con una ideología política en lugar de con un sentimiento de unión y de alegría común, de pueblo unido con una idiosincrasia única rica y plural, envidia de media Europa, coloreada y singular, intensa viva, como el rojo y gualda de nuestra maravillosa bandera, sangre y sol de nuestra identidad y por eso vuelvo a decir
¡Viva España y ole con ole y olé!
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