LOS VINOS DE MONTILLA. P.X. UNA REINA CON NOMBRE DE VARÓN

 

Mis primeros contactos con el vino de Montilla datan de la segunda mitad de los años ’90 cuando una horda de montillanos, invadía nuestro piso de estudiantes, cargados de bags in box de vino. Carlos, mi querido Carlos, era uno de mis compañeros de piso y de carrera y hoy se ha convertido, además de en uno de mis mejores amigos, en uno de los mejores fisioterapeutas expertos en neurología y por tanto es profesor en la Universidad de Cádiz.

Gracias a él y a sus amigos empecé, primero a engullir vino de Montilla, y años después a descubrir las particularidades de esta peculiar denominación de origen.

Y es que hacíamos concursos en el piso que consistían en tumbarse encima de una mesa y abrir la boca debajo del grifillo del bag in box y mientras los demás contaban a viva voz, tu ibas tragando vino hasta que se te salían los ojos y en ese momento, te cogían entre varios a bracillete y de sopetón te ponían de pie  y ea a intentar mantenerse de pie con un litro de vino entre pecho y espalda…

Tengo el dudoso honor de haber ganado el concurso en alguna ocasión con la consiguiente ovación por parte de los montillanos que entre gritos decían ¡ESTE ES BUENO, ES UNO DE LOS NUESTROS!, aunque claro, yo no me acuerdo de nada y “El Diego”, “El Agui” Y «El Loco» iban tan frescos…

Iré profundizando en esta tierra tan peculiar desentrañando recetas como el aliño de sus aceitunas o las gachas del día de los santos que si te ríes mientras te las comes te vuelves feo…

¡GRACIAS CARLOS POR ESE FIN DE SEMANA INOLVIDABLE Y GRACIAS A TUS PADRES!

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