DESCAFEINADO DE SOBRE CON LECHE DESNATADA, SACARINA Y EN VASO DE CAÑA… UN DESGRACIAO
El desayuno en una cafetería almeriense se ha convertido a día de hoy en una obra maestra de la hostelería.
El ciudadano y ciudadana de a pie, desayunan siempre fuera y su media hora de cháchara con sus colegas del trabajo, es sagrada en la cafetera de la esquina. Las madres, desayunan todas juntas al llevar a sus hijos al colegio.
Los enfermeros, médicos, auxiliares y celadores, hacen sus cambios de turnos en las cafeterías de los alrededores de la Bola Azul y los centros de salud del centro. Los juzgados, son un trasiego de gente que al salir, pálidos como alma en pena, buscan algo caliente que echarse en el gaznate, para digerir la que les ha caido, en el quiosco Paquillo o en el «Roypa», un poco más abajo, el lugar más seguro de Almería ya que por cada cinco clientes que hay en la cafetería tres son policías… y al volante del bar el incombustible Miguel, un camarero de la vieja escuela, hecho a si mismo y generoso como pocos, taurino y flamenco hasta la médula. Siguiendo calle arriba llegamos a un lugar mítico abierto desde el amanecer, al que podemos llegar solo por el olor… el Kiosco de Luis Marín, famoso por sus churros y sus «Palomicas»… No, no me refiero a la chirigota del Yuyu del ’97, si, que se llamaba de Plaza en plaza e iban de palomos y fue un cajonazo de categoría, que sí, y no llegaron a la final, que noooo, que no es esooo, ¡¡¡QUE LA PALOMICA ES UN ANíS CON LIMÓN, ES QUE NO ME ESCUCHAS CARAJO !!!
Para tener una cafetería en Almería, hay que echarle valor, ¡tiene que ser más difícil que hacer el inventario de una ferretería!. Además, todo lo que sucede allí, pasa en un espacio de tiempo ridículo y la cuenta atrás comienza desde que el cliente sale de la puerta del trabajo. En media hora, el almeriense de pro, cada mañana quiere tener a su servicio a un camarero o camarera sonriente, alegre y amable y tener en su mesa un café magnífico y una tostada perfecta, con los ingredientes de moda del Tik Tok de hace 20 minutos y por supuesto 10 céntimos más barato que el del bar de al lado. Facilísimo. Sólo si hablamos de leche, las tienen sin lactosa, desnatada, de avena, de soja, de arroz y un sinfín de ellas, que parece que le han salido tetas a todas las semillas de este mundo y sale ya leche hasta de las piedras copón…
Los tipos de pan son infinitos, otra vez las semillitas en accion que parecemos colorines… si el Tío Domingo levantara la cabeza, mi abuelo, con el hambre que pasó en la guerra -voy a contarlo porque es un recuerdo muy entrañable de mi infancia, mi abuela siempre comía pan integral y él no claro- cuando le ofrecían pan integral cogía un cabreo monumental y siempre decía lo mismo, «Lola, refiriéndose a mi abuela, a mi no me des pan negro que bastante pan negro comí en la guerra, yo quiero pan del bueno del de la molla blanca». ¡AMÉN ABUELO!.
Pero esto solo acaba de empezar, luego está el punto de la tostada, quemailla, poco hecha, de la parte de abajo, quítale la molla… seguimos.Dentro de poco en la UAL sacarán el grado de camarero de desayunos tiempo al tiempo.
En los ’80 podías pedir una mixta, o sea de mantequilla y mermelada o de tomate con aceite a lo catalán y los atrevidos y adinerados le echaban jamón en un derroche de extravagancia. Ahora se le pone de todo lo imaginable. DE TODO… podría escribir y no parar. Aguacate, salmón, palometa, queso fresco, queso curado, anchoas, tortilla, lomo sajonia, pechuga de pavo, dos travelos, un enano, perdón un acondroplásico… vamos que el jamón es casi una ordinariez.
Pues si, justo así y mejor cada dia es como lo hacen cada mañana Antonio y Sandra en la cafetería Ana María. Antonio es un camarero de método, hijo de camarero y aunque él mismo diga a boquilla chica «Paco a mí no me gusta la hostelería» no conozco a nadie que la ame más. Ha nacido para servir con arte. Es la elegancia en la barra y su semblante de coctelero y confesor no deja impasible a nadie. Tiene el aire de los camareros de antaño que te miraban y ya sabían no sólo lo que te ibas a tomar si no también que te pasaba, si te habías enfadado con la parienta o te habían subido el sueldo. Sandra es luz y detrás de la barra se ilumina cuando te mira y es imposible no dedicarle una sonrisa. El trabajo es duro y por ello les dedico estás letras a ellos y a todos los que como ellos se dedican al menospreciado y poco valorado desayuno almeriense que a pesar de ser un trabajo de orfebre se paga como al que llena carrillos de arena.
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