CON FRANCO SE VIVÍA MEJOR…
E gira tutt’intorno la stanza, mentre si danza, danza…
Si amigos, hablo de Franco Battiato y de la manida «Movida Madrileña» y a Tierno Galván diciendo «Rockeros, el que no esté colocao, que se coloque y al loro». El límite de alcoholemia permitido era de 0’7 y ETA compraba en Hipercor.
Hacer una movida, era ni más ni menos que salir en coche del centro para ir a comprar droga a los barrios marginales de Madrid y volver al centro como no le importa a nadie.
El virus de la Hepatitis C se aislo en 1989 y Mecano cantaba «El fallo positivo anuncio, el virus que navega en el amor»
El sentimiento nostálgico de un pasado mejor es más viejo que el hilo negro.
Es un hecho que nuestro benévolo cerebro moldea los recuerdos continuamente para hacerlos cada vez más agradables, desechando lo feo y así darnos vidilla en un afán de seguir adelante con alegría y buen humor.
Y justo ahí es donde quiero llegar. «Romero santo, santo romero que salga lo malo y entre lo bueno».
Que todavia hay berlineses que aseguran que el mejor coche de la historia es el Trabi… ¡acuéstate y suda! Trabili, trabili, trabi. 
Con lo que tampoco comulgo es con desechar el pasado, como agua pasada de molino. A ver si nos sintonizamos un poquito, una «via di mezzo».
Y ya me meto en faena que esto es un blog de comida copón.
Reivindico la recuperación de platos, recetas y guisos que llenaban la tripa y hacían las delicias de Alaska y Kiko Veneno o de Loquillo y Jaime Urrutia en un bareto tomando cañas mientras daban más viajes al baño que un abuelo con la próstata como un balón de reglamento.
La castiza oreja con tomate o a la plancha, los morros de ternera en salsa vascos, los callos y el menudo gaditano, los riñones al Jerez, la sangre encebollá, las mollejas o las criadillas fritas con ajos o los sublimes zarajos de Cuenca, pasando por las gallinejas y entresijos que todavia se sirven en algunas feidurias de Madrid. Esto hablando solo de las cositas que los animales tienen por dentro que puedo entender, no sea del agrado de todo el mundo, comerse los órganos de otro ser vivo.
En carnes parece que ya por España solo pastan cerdos ibericos y bueyes de Kobe que digo yo, ¿se han parado a pensar que un buey es un toro castrado? Los terneros entonces ¿salen por esquejes enterrando una patita de buey y crecen del suelo como en Amanece que no es poco del gran Jose Luis Cuerda?
Y no solo eso, el cerdo solo tiene presa y secreto (se moverá como una babosa digo yo) y el buey solo T, Bones y chuletones, que yo me lo imagino como Atreyú vaya, o sea que pensandolo bien casi me como unas mollejitas de cordero lechal. 
¿Dónde está la magra con tomate?, el lomo al ajo, el solomillo a la pimienta (y mira que lo tenia aborrecido en los 80) el pollo al chilindrón o a la cerveza, el conejo al ajillo, la lata de Cordero con patatas de Orce, la perdiz en escabeche, la ternera a la jardinera o simplemente el bocata de lomo con queso y ali-oli con 2 rodajas de tomate.
Y en el mar más de lo mismo, la sirenita más aburrida que una Kasdasian recogiendo aceituna, porque por lo visto ya solo viven con ella patas de pulpo que han huido de la cabeza y atunes rojos, se ve que el mar ahora esta en manos de los bolcheviques.
¡Que alguien me ponga una pipirrana hecha con la cabeza y las partes menos nobles del señor octopus, con una caña bien tirada y te como tó la cara!
¿Y que es eso que pulpo a la brasa? Y las chuletillas de cordero las vamos a poner ahora cocidas con cachelos y pimentón, ¿no?
El bocadillo de calamares de la plaza mayor, los chipirones en su tinta y como no, el calamar en aceite de la Kika en el Alquian, gran mujer estandarte de los jabegotes. Su gracia y desparpajo llenaban la casa de comidas que regentaba, si bien sus gustos politicos te podian despistar, sus artes como anfitriona te arropaban en ese lugar mágico. Un beso muy fuerte allá donde estés, Kika.
Sigo que me pongo triste. El maravilloso pulpo en aceite tambien de El Alquián, en este caso del bar Rodriguez hecho con el amor que solo Mari le puede dar a sus platos.
La marraná de pulpo, el pulpo con ali-oli, el arroz con pulpo, el pulpo seco… os voy a dar…la del pulpo.
En cuanto al pescado podría pasarme horas nombrando platos, pero me voy a limitar al crudo o seco que parece que lo han inventado los japoneses. Vamos que los fenicios comian perritos calientes y pringels.
Conchafina con limon y pimienta, quisquilla de Motril cruda, lapas crudas correteando por las piedras de la playa navaja en mano, filetitos de lecha con limón y los maravillosos boquerones en vinagre de Maria del Mar Valverde tiesos como… un cuello de camisa almidonado de tintoreria.
Los «volaores» secos (pez volador) tipicos de Cabo de Gata o la pintarroja seca del kiosko del «lengüetas»(mini tiburon con la piel como papel de lija que hay que pelar/sollar para poder comerla). Los capellanes Alicantinos (bacalaillas secas) la fritailla de estornino del abuelo Paco -caballa seca- de Murcia y el bonito en salazón, pasando por la mojama de Cadiz y la hueva de mujol seca, de la Manga del Mar Menor.
Por último toca hablar de los guisos con base de legumbres que han hecho las delicias de los buenos comensales como «plato del día» en bares, tascas y bodegas de despacho de vino, como los garbanzos con bacalao y espinacas, las fabes con almejas o los michirones murcianos (habas) que mucho antes de la soja,la chia y la quinoa estaba Paco Gandía y su chiste de los garbanzos… de La Bañeza.





Se me rien los huesos al nombrarlo, el olor a queso curado de la calle Mariana te invita a entrar doblando la esquina del ventanal enrejado y atravesar los portachones de madera, con tantas capas de barniz como marcas de lapiz tiene su barra de marmol.


Marujas haciendo la compra (y marujos) y un bullicio de gente y alboroto tipicamente gaditano. Este mercado refleja fielmente la idiosincrasia gaditana, como espectador es sorprendente ver como se desenvuelven con agilidad de funambulista señoras de curvas ceñidas y busto prominente luciendo porte orgullosas, con sus tacones y el pelo perfectamente recogido, ataviadas de bolsas sin perder la elegancia de su paso al contonearse entre la gente a viva voz abriéndose paso mientas piden media de acedias al pescadero y la vez en la carnicería para comprar unos chicharrones y un poquito de zurrapa para el desayunos de sus niños.
A su alrededor hay multitud de bares y la oferta gastronómica es infinita bajo el denominador común de la manzanilla y el langostino tigre. La otra cara de la moneda, no hay yin sin yan, ni gordo sin flaco y la manzanilla no iba a ser menos. Pescados en la desembocadura del Guadalquivir, los langostinos tigre son el estandarte y reclamo gastronómico de la ciudad. Un sanluqueño de pro me enseño que «los auténticos» son los que tienen la colita azul, «Paco, si no, no son de aquí eh» me decia «el caballa» chupando la cabeza de un desafortunado langostino.

Es un bar más familiar, de barra de madera y muy acogedor. Su especialidad son las papás aliñas con un trozo de melva por encima del tamaño de mi antebrazo.
Cada vez que piso el alvero de ese bulevar, sea feria o no, se me eriza el pelo y no puedo evitar esbozar media sonrisa de lo vivido en cada feria con los que como yo, somos devotos feligreses, peregrinos feriantes que esperan con recelo que llegue el último fin de semana de mayo.
El famoso, Casa Bigote, pero ninguno defrauda. Lo que si nos puede sorprender es el precio, mucho más elevado que en los bares que he nombrado anteriormente.


Pero Matías ahora se dedica a cuidar de sus nietos, a ir a pescar y a fumar B/N (creo que tabacalera lo hace para él) aunque espero que lo deje pronto, el tabaco digo… y la pesca, porque por lo visto está esquilmando la bahía con sus artes.
Los techos eran bajos y desde la barra a la pared de enfrente se formaba un pasillo en el que formar una tercera fila para pedir solo estaba al alcance de aquellos dispuestos a la cañica en mano y paso atrás. El baño estaba en la segunda planta, por llamarla de alguna manera o la planta uno y medio como en la película “Cómo ser John Malkovich”.
Se accedía subiendo una escarpada y minúscula escalera a la derecha de la barra. Hasta yo juraría que la taza del wáter estaba inclinada, aunque nunca he subido sobrio a ese baño…
testigo silencioso de sonrisa traviesa y mirada cómplice, manejaba la plancha con una mano y la freidora con la otra. Gambillas fritas, mejillones a la plancha, almejas, boquerones a la plancha, jibia, atún, croquetas caseras con tropezones con ese toque tan característico a nuez moscada y todo un sinfín de raciones de pescado de temporada y mariscos. Domingo, el encargado, siempre estaba atento, serio, educado y con mucha presencia. Su bigote de Charles Bronson no podía esconder su buen fondo y su pasión por el buen trato y la buena cocina.
que era donde nosotros nos poníamos, casi se podía tocar la plancha y era la zona más espaciosa del bar ya que justo detrás estaban las mesas y cuando venía alguien con ganas de silla, se podía sentar aunque los demás siguiéramos en la barra.
Sentarse en el Alcázar era como ir al gallinero en el teatro pudiendo estar en primera fila del patio de butacas. Otra cosa era sentarse en las mesas de fuera a cenar como señores.




